El lunes al mediodía una ola de lodo tóxico arrasó las poblaciones de Kolontar y Devecser situadas a 165 km al oeste de Budapest, la capital húngara. La montaña de residuos perteneciente a una empresa minera ha dejado, hasta el momento, 300 evacuados, 120 heridos, seis desaparecidos y cuatro muertos. El Gobierno ha declarado el estado de emergencia en las zonas afectadas.
El lodo tóxico alcanzó una masa de un millón de metros cúbicos y un ph de 13 en una escala de 14. Ha dejado las calles con un color rojizo, los árboles ocupan gran parte de la calzada, las casas están derruidas y embadurnadas en lodo.
Reka Becze, subdirectora del organismo húngaro responsable de la gestión de desastres, ha informado que sigue en marcha la investigación para saber cuál ha sido el motivo de tal grave hecho y que trabajan para intentar que la catástrofe no valla a más y el vertido no llegue al Danubio. Ha explicado que "se tardarán años en reparar el daño, es imposible calcular el tiempo" y que el coste será de "millones de euros".
520 personas están trabajando en la zona. Las tareas de limpieza ocupan ahora el mayor trabajo dividiéndose en tres objetivos: cerrar la brecha en el dique, retirar el fango de las casas y calles y proteger las aguas.
Elena Espinosa, ministra de Medio Ambiente, ha mostrado su solidaridad con Hungría con palabras de apoyo. De la misma manera, la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Rivera, ha aconsejado que la mejor manera de evitar desastres como estos son las medidas preventivas.
Fuentres: Público edición impresa
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